miércoles, 13 de abril de 2011

Último round para el prestamista internacional de última instancia (o la paradoja de la alerta temprana)

Ayer me tocó exponer otra vez mis ideas sobre el diseño de un prestamista de última instancia internacional, que provea dólares a las economías (emergentes y de las otras) que sufren una salida divisas durante crisis globales (en su última encarnación escrita, estas ideas están aquí).


Esta vez la presentación fue para el grupo de trabajo del FMI dedicado desde hace más de dos años a mejorar la oferta del organismo, y responsable de la creación de numerosos acrónimos: FCL (Flexible Credit Line), HAPA (un Stand By con condicionalidad lite y nombre de ambiguas connotaciones en castellano), PCL (un HAPA lite) y del nonato GSM (Global Stabilization Mechanism), que propone otorgar en tiempos de crisis acceso automático a la liquidez del Fondo a un grupo de países sistémicos (en Latinoamérica, Brasil y México) -un sustituto de la siempre incierta ayuda de la Reserva Federal.

De todas estas invenciones, el GSM es sin duda la más innovadora, simplemente porque es la única que contempla acceso a una ventanilla de liquidez sin necesidad de una solicitd formal que deje al país a merced de la Junta Directiva del FMI –situación incómoda e incierta que en la última crisis los países emergentes solventes en su mayoría evitaron ignorando de cuajo las ofertas del Fondo.

Previsiblemente, fue precisamente el acceso automático –es decir, la renuencia de la Junta el FMI a que sus miembros reciban dinero sin pasar por la mesa de examen– lo que bochó la propuesta. Lo curioso es que en este caso fueron los mal llamados BRICs los que pusieron el palo en la rueda.

El GSM contempla acceso automático en tiempos de crisis. Para que este acceso sea previsible (para que los mercados lo anticipen y no corran contra los activos del país beneficiario) es necesario entonces un gatillo simple y transparente (un mecanismos de determinación de crisis que a su vez active el GSM y el acceso de estos países). Sin embargo, esto requiere que el FMI diseñe un termómetro que, en momentos de stress financiero, anuncie a todo el mundo que entramos en crisis global –posiblemente, piensan muchos, agravando pánico y profundizando la corrida.

El dilema no dista mucho de la paradoja de los modelos de alerta temprana y el dilema del FMI como monitor financiero, con los que suelo perder algún tiempo en mis clases. En síntesis, si supieramos que el modelo de alerta es 100% certero, la alerta ya no sería temprana ya que al momento de entregar la señal todo el mundo correría anticipando la inevitable crisis. Del mismo modo, si el FMI detecta que un país (por ejemplo, Tailandia en 1997) se encamina a una crisis, un anuncio podría detonar la crisis dejando al FMI como principal culpable (sobre todo si existía alguna probabilidad de que la crisis no se materializara, el llamado error estadístico de tipo II).

En el caso del GSM, los países involucrados parecerían haber optado por reconocer la crisis cuando esta es evidente y el anuncio ya no puede agregar más información. Es decir, reconocerla demasiado tarde, cuando la ayuda financiera operará literalmente como una red de seguridad, que amortigua el golpe, pero no evita la (en este caso, evitable) caída al vacío.

El último round alrededor de este tema será probablemente a mediados de año, con vistas a lanzar una propuesta en la próxima reunión anual del Fondo. Pero sin los emergentes en la mesa, las chances no son buenas.

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