viernes, 30 de septiembre de 2011

Nada que una buena deva no pueda resolver

Todo se recicla. En este caso, el argumento vertido en este post sobre los efectos expansivos de la devaluación del 2002, y en este otro y en un par más de próxima aparición. Que bien puede aplicarse a la pregunta: ¿puede una depreciación del peso defendernos de la crisis mundial? (A estas alturas, no creo que nadie piense seriamente que la soja y el desendeudamiento nos blindarán contra un enfriamiento mundial que, más allá de rebotes técnicos y anuncios con efectos decrecientes, parece cada vez más problable).

Blindados (La Nación, 29/9/2011)

Suele decirse que los países emergentes soportaron la crisis financiera de 2008 mejor que sus pares desarrollados. Algo de esto hay, dependiendo de cómo se lo mida. Sin duda, los emergentes, que venían creciendo fuerte, contrajeron menos que los avanzados en 2009 y se recuperaron relativamente pronto, atenuando así las consecuencias sociales de la crisis.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Blindados

AmLat 5 son Brasil, Chile, Colombia, México y Perú. Los números para Argentina son oficiales (a los fines del cálculo del freno al crecimiento, asumo que la sobrestimación del crecimiento en 2009 se compensa compensarse en parte por la sobrestimación del crecimiento en 2008).   

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Inflexibilidad salarial y devaluación interna

Primero, lo obvio: para bajar salarios nominales es necesaria una fuerte contracción del producto y un aumento del desempleo (y, más en general, del peligro de despido). Este es un dato bien conocido por cualquier economista aplicado y una de las razones por las que el tipo de cambio es útil para ajustar a un shock real contractivo.

El problema del eurobono (y la razón de la corrida bancaria)

martes, 13 de septiembre de 2011

La prociclicalidad de nuestro tipo de cambio (¿por qué apreciamos con la crisis?)

Más de una vez señalé en este blog la necesidad de mirar lo que pasa en la economía local desde una perspectiva global. Un ejemplo de la distorsión que una visión excesivamente local puede generar es la ilusión de blindaje: si Argentina tuviera juego propio y no se moviera al compás de lo que ocurre en el mundo, no habría contraído su crecimiento en aproximadamente 12% hacia mediados de 2009 (lo que surge de pasar de crecer al 8% hacia fines de 2008 a contraer al 4% -o más: los datos reales sufren el mismo enrarecimiento que los de la inflación- en el segundo trimestre de 2009), en línea con el resto del mundo emergente. Afortunadamente, el colapso post-Lehman fue profundo pero breve -y en nuestro caso fue disfrazado por el maquillaje del INDEK- pero al momento del impacto Argentina se frenó más que el promedio emergente, que a su vez se frenó más que el promedio desarrollado. 

sábado, 10 de septiembre de 2011

De cara a la pared



Culebrón musical de la hermosa Lhasa de Sela, que me vino a la memoria ayer mientras escuchaba las trovas de Xtantiero, músicas argenmexicanas de un distinguido colega y economúsico (aquí, en versión acústica casera).

martes, 6 de septiembre de 2011

Tres grados de primarización

El debate sobre el desarrollo económico argentino se está centrando, cada vez más, en el dilema de la industrialización. Enhorabuena.

¿Por qué dilema? Porque una mirada panorámica (que vaya más allá de las engañosas comparaciones con lo peor de la crisis, e incluya al resto de los países más o menos comparables de la región) indica que, a pesar de alguna incipiente mejora en la composición, la cosa no parece estar mucho mejor que en los 90s, al menos según los parámetros de industrialización tradicional.