sábado, 25 de febrero de 2012

¿Cuánto crece Argentina? (Too good to be true)

¿Cuánto creció Argentina enlos últimos años? ¿Cuánto está creciendo ahora? En el informe Argentina 2012: El test de la escasez (ELYPSIS, febrero 2012), leemos:

Los datos del PBI se han tornado cada vez más sospechosos. Distorsionados desde el comienzo de la intervención en el INDEC en 2007 por la subestimación del IPC utilizado en la estimación de las cuentas nacionales (en particular, el consumo privado), el crecimiento hoy es percibido como deliberadamente exagerado. Si bien, al igual que con el IPC, no hay una manera sencilla de compensar este inconveniente estadístico, existen sustitutos imperfectos que permiten reducir el sesgo presente en las estimaciones oficiales. Buscando cubrir este bache, construimos un Índice Coincidente de Actividad Económica (ICAE), sobre la base de 9 series altamente correlacionadas con el EMAE (proxy mensual del PBI) en el periodo previo a la intervención del INDEC. Nuestros resultados indican que (i) el crecimiento ha sido sobreestimado desde 2007, particularmente durante los períodos recesivos, acumulando un diferencial de crecimiento de 14% y (ii) la actividad se habría desacelerado considerablemente a finales de 2011 (con un promedio para 2011 de 6% contra el 9% oficial).

Hacia el final del informe se detalla:

El ICAE se construye a partir 9 series, seleccionadas de un grupo más grande en función de su correlación contemporánea con el EMAE para el período 1997-2006…Los valores reales se calculan utilizando el IPC oficial hasta finales de 2006 y un estimador del IPC basado en la información de las agencias de estadísticas provinciales a partir de entonces. Los cambios año contra año en las variables seleccionadas son ponderados por la inversa de su desvío estándar con respecto a la suma de la inversa del desvío estándar de todas las series. El resultado se reajusta para que coincida con el desvío estándar del EMAE y es acumulado en el tiempo para obtener un índice que es, a su vez, desestacionalizado utilizando un ARIMA X12.

Aquí, los números del informe:

Cmo dice la canción, it´s just too good to be true.

lunes, 20 de febrero de 2012

La lenta inquilinización de la familia argentina

Hace unos meses, en varios post alusivos, sugería que la falta de crédito hipotecario y la represión financiera que genera tasas reales negativas (dos fenómenos vinculados entre sí) podían llevar a que la redistribución del ingreso (por la mejora en el empleo y el salario real) derivara en una peor distribución de la riqueza (por la caída del valor real de los activos netos de los hogares) en la medida en que el ingreso adicional se "invirtiera" en bienes durables de rápida depreciación (autos, televisores) o en activos financieros licuados por la inflación.

Como no hay medidas confiables de la distribución de la riqueza (mucha de la cual no está declarada), puee ser útil mirar la evolución del porcentaje de dueños de hogar. El argumento era simple: el instrumento de ahorro de las clases medias y bajas es el ladrillo; si mi hipóteis del desahorro es correcta, en la medida en que los ahorros se desplacen del ladrillo a otros bienes durables, debería verse una caída en la proporcion de dueños de las propiedades que habitan. En este post encontraba que los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) estaban en linea con los temores señalados en la nota.

La encuesta, como su nombre lo indica, se hace a partir de una muestra, no del universo completo. A raiz de esto, un distiguido colega me envía estos cuadros elaborados a partir de una comparación de los datos censales de 2010 (publicados recientemente) con los de 2001. O sea, el universo completo. De paso, me tira unos cortes geográficos y por categorías que permiten hilar la historia de la vivienda de manera más fina. Los datos de GBA confirman la lente inquilinización de la familia argentina (el mismo patrón se repite en el resto de los centros urbanos).

Es posible pensar esta evolución como un producto indeseado de una política de fomento del crédito barato y de la demanda agregada que termina ahogando al primero (en rigor, limitándolo al préstamo corto de consumo), direccionando la segunda hacia el consumo suntuario, y encareciendo la propiedad en tanto activo de reserva (refugio contra la inflación). El potencial propietario que no califica para la hipoteca alquila y se endeuda con el banco para comprarse el auto. Todo esto para beneficio de unos pocos proveedores (los mismos beneficiarios, casualmente, de la maquila fueguina o demás regímenes especiales de protección) y en detrimento de la distribución de la riqueza. (Naturalmente, esto sólo puede ser parte de la respuesta, en la medida en que el creciente déficit de propietarios se repite en clases bajas que difícilmente accedan al crédito en situación normal. La otra mitad, entonces, remitiría a los escasos avances en materia de vivienda social que señalaba en este post.)

En suma, buenas intenciones, mal cálculo, y nada que sugiera un cambio de estrategia en un área crítica del desarrollo social. Como dicen las cabezas parlantes, fighting fire with fire.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Maldito cupón

Me envía un distinguido periodista gringo una pieza que acaba de escribir para Bloomberg donde expertos locales de diverso calibre evalúan la performance del cupón atado al PBI que emitiera Argentina como parte del canje de deuda de 2005, y que ahora podrían estar estudiando una engendro similar (¡Dios no lo permita!)

Para los que lean la nota (en inglés), van aquí dos comentarios (a mi juicio) bastante simples:

1. El cupón fue una de esas decisiones que se ven bien en papel cuando uno pasa por alto las características más pedestres de la industria financiera, pero suelen ser un fiasco en la práctica (debido, precisamente,. a estas características). Asimismo, en el afán de customizarlo para servir varios propósitos, sufrió por una suerte de "sobrediseño" (demasiadas condiciones en base a parámetros no siempre correlacionados), que hizo virtualmente imposible su valuación técnica. Si sumamos esta dificultad a la naturaleza por demás exótica de la especie (sin ningún correlato con otros riesgos típicamente transados en el mercado y sin una clase de activos y una base inversora natural) se entiende que este instrumento que, al momento de su emisión tenía un valor técnico de 4 centavos por bono asociado fuera pagado por el mercado cerca de 2 centavos. En otras palabras, el gobierno perdió (el inversor ganó) la diferencia en el día 0 (antes del milagro chino y del milagro argentino). En este sentido, no es que el gobierno haya subestimado su valor, sino que intentó forzar un activo en un mercado reacio a tomarlo, con un costo fiscal no menor. (En cuanto a la intención de dar la señal de que se "asociaba" con los bonistas en las buenas y en las malas, por todo lo conmovedora que pueda ser esta imagen, creo que no amerita una discusión técnica.)

2. En cambio, el hecho de que, después de emitido, el bono haya pagado más de lo previsto (el argumento preferido de sus detractores) represente un error de juicio bastante primario. pagar más en las buenas no deja de ser parte de las reglas naturales de todo instrumento contingente diseñado para minimizar el impacto de estos pagos (por ejemplo, dejando de pagar en años malos, como sucedió en 2009). Echarle en cara al gobierno que al final se haya pagado más porque se creció más es como echarle en cara al seguro que gane dinero con la prima porque no chocamos. Entendible desde un punto psicológico, pero a distancia de un argumento económico.