viernes, 31 de mayo de 2013

Sobre asignaciones, derechos y concesiones

A raíz de un nuevo anuncio de actualización de la Asignación Universal por Hijo (AUH) para compensar la licuación por inflación, reproduzco un párrafo del capítulo 8 de "Vamos por todo" que resume algunas ideas varias veces tratadas en este blog:

Alguien podría a esta altura sugerir que es precisamente por su visibilidad y su margen de discrecionalidad que los gobiernos, siempre propensos al anuncio y al clientelismo, priorizan los planes de viviendas por sobre los menos rimbombantes préstamos de autoconstrucción. Después de todo, programas como Sueños Compartidos permitieron la personalización de la dádiva: al igual que la entrega de netbooks o los aumentos discrecionales de asignaciones universales por hijo o jubilaciones mínimas, los “planes" maximizan el número de fotos proselitistas.

Cada nuevo anuncio o entrega de viviendas nos recuerda la generosidad del gobierno. Y al hacerlo, menoscaban a la protección social como derecho. Precisamente, un costo de convertir a la protección social en dádiva es que despersonalizan al receptor. A diferencia de un derecho, que está íntimamente ligado al ciudadano individual, el receptor de la dádiva es aleatorio, circunstancial y, en última instancia, condicionado por su relación con el poder. En la medida en que el gobierno se arroga el derecho a dar, le quita al ciudadano el derecho a recibir.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Tasas Chinas 2.14: Sobrecargado


Audio del programa del martes 28, acá y acá. Ballard y Bruna Surfistinha, y charla con Esteban Brennan y Pía Mancini sobre internet y política. DJ invitada: Mercedes
D´Alessandro.

Soundtrack: King Crimson, Brian Eno, Ney Matogrosso, Gal Costa, The Beloved, Arcade Fire, !!!, Amparanoia, Blur.

domingo, 26 de mayo de 2013

La ideología del dólar

(Columna publicada el 26 de mayo de 2013 en La Nación)

"Para los tiempos que vienen hay que garantizar un dólar competitivo" (Néstor Kirchner, junio de 2007). “Los que pretendan ganar plata a costa de una devaluación que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar a otro gobierno” (Cristina Kirchner, mayo de 2013).

En 2007, una apreciación para contener la inflación era el sueño conservador de neoliberales noventistas. En 2013, una depreciación para aligerar la fuga de capitales y acelerar la economía es el sueño conservador de sectores concentrados (y, por qué no, de neoliberales noventistas). Así, en 6 años el dólar alto mutó de factor de desarrollo a fantasma destituyente. ¿Cómo reconciliar este derrotero accidentado dentro de un mismo relato oficial?

Más allá del oportunismo habitual del discurso político (el dólar alto era bueno cuando al gobierno le sobraban pesos para comprarlos, pero es malo ahora que le faltan y prefiere comprar a precio subsidiado), esta aparente contradicción se funda en un dilema no trivial en el debate económico: el dólar alto es expansivo (facilita exportaciones, sustituye importaciones, genera empleo) a cambio de reducir costos (incluyendo, aunque no exclusivamente, el salario). Y viceversa: el dólar bajo genera salarios altos en dólares, y desempleo. Como pocas cosas deterioran la equidad distributiva tanto como el desempleo, los países suelen tolerar un tipo de cambio más apreciado sólo a medida que ganan la productividad que compense estos mayores costos.

¿Por qué los mismos que criticaban (y critican) aquel uno a uno apreciado hoy defienden este dólar controlado con cepo? Porque (podría decirse, a partir de los dichos de funcionarios y exégetas oficiales) una depreciación premiaría la especulación transfiriendo ingresos a los capitalistas a expensas del salario real.

El problema con este argumento es que no es enteramente falso ni enteramente cierto. La devaluación suele ser, en efecto, una transferencia regresiva hacia los que más tienen, que suelen ser a su vez los que más ahorran e invierten. Sólo así se entiende la rápida recuperación del producto tras la salida de la convertibilidad y la igualmente rápida recuperación del empleo –impulsados ambos por inversiones fondeadas a su vez con ganancias extraordinarias de empresas con deudas y servicios y salarios licuados, o por el redoblado poder de compra de los dólares fugados con el uno a uno.

Así, el dólar alto, regresivo pero inclusivo, aportó una parte no menor de la bonanza del primer kirchnerismo, transfiriendo ingresos y, más adelante, garantizando la rentabilidad de empresas sustitutivas de importaciones –lo que explica en parte por qué hoy un jean cuesta “10 o 15 dólares en Estados Unidos y 50 en Argentina” (Guillermo Moreno dixit). Por eso siempre hubo en la defensa kirchnerista del dólar competitivo algo que hacía ruido en el relato y que hoy sale a la luz en la prédica antidevaluacionista: la semejanza con la hipótesis del derrame (esa que sostenía que la rentabilidad empresaria se “derrama” en empleo y mejores salarios) defendida por el neoliberalismo de pedigrí ochentista.

Pero la historia completa es, como siempre, más compleja. Para empezar, la transferencia a los ricos no vale tanto para el ingreso (de hecho, curiosamente, hay estudios que encuentran que la distribución mejoró en algunas crisis financieras) como para la riqueza –en particular, la del gran ahorrista dolarizado.

Por otro lado, el temor a la licuación salarial se basa en la creencia de que toda depreciación se traslada a precios. Pero esta creencia es hoy en gran medida una reliquia de cuando la inflación crónica nos condenó a la indexación al dólar; como quedó demostrado en el país en 2009 (y en la mayoría de las depreciaciones en economías emergentes en las últimos dos décadas), el traslado a precios puede ser en la práctica bastante menor, atenuado aun más por el hecho de que una depreciación suele acompañar episodios de desaceleración económica.

Tampoco conviene perder de vista que la comparación relevante no es entre dólar bajo y dólar alto hoy sino mañana: ¿cuál sería el costo en términos de desempleo y salarios de extenderse esta política de dólar bajo por otros dos años?

Entonces: ¿el dólar bajo es de derecha o de izquierda? La respuesta corta (y deliberadamente simplista) es que es de izquierda en el corto plazo (mientras preserva la ilusión de salarios altos en dólares) y de derecha en el largo (cuando destruye empleo).

Una respuesta apenas más elaborada señalaría que el dólar (es decir, el tipo de cambio) es un instrumento anticíclico efectivo dentro de ciertos límites, en línea con la práctica de flotación administrada común en países como el nuestro.
Fijar un tipo de cambio exageradamente alto por mucho tiempo genera un costo cuasi fiscal (asociado a la compra esterilizada de divisas, con perdón del tecnicismo). O, si el gobierno se rehúsa a pagar este costo, genera inflación. Pero fijarlo exageradamente bajo por mucho tiempo es pan para hoy y hambre para mañana, en la medida en que castiga el crecimiento y el empleo y desestabiliza la economía. ¿Qué mejor ejemplo del sesgo destituyente del dólar bajo que el colapso de la Alianza?

miércoles, 22 de mayo de 2013

Tasas Chinas 2.13: El club de los Cinco

Audio del programa de ayer, acá y acá. Jesús Rodriguez sobre política y señales de vida radical, y el debut recitativo de Kari Solano.

Soundrack acá: Cujo, Simple Minds, Jaime Roos, Joni Mitchell, Supertramp, Kings of Convenience & Feist (más un pequeño sampler de pop escandinavo de yapa).

"Cuando el 4 de abril y el 25 de mayo e 2002 Francella recuperó cerca de 720 mil dólares en depósitos atrapados en el corralito, gracias a un amparo, la gente lo saludaba por la calle: ¡Grande Francella! Hoy, once años después, el perfil en Tuiter de una periodista de Estado lee: Periodista Nac & Pop en Duro de Domar, Ni a palos, Radio Nacional y Canal Encuentro. ¡Grande Julia! la saludan los militantes por la calle y Julia les sonríe una sonrisa millonaria..."

lunes, 20 de mayo de 2013

Escritura automática


Columna de la series Tasas Chinas publicada el 19 de mayo en Perfil. Con referencias anotadas en hiperlinks.

La era del yuyo ha entrado en su etapa búsqueda del tesoro. Auscultamos los libros de los escribas de estado para encontrar la huella del pirata. Extendemos los planos sobre la mesa de fórmica del estudio de televisión en busca de la bóveda oculta, de la guarida que cobija el botín dorado. Sólo que, a diferencia del de Spielberg, el guión de esta última cruzada no promete piedras preciosas y santos griales sino pirámides de ladrillos verdes de moho enterrados bajo tierra u oscuras entradas contables y asientos electrónicos en exóticas islas del Caribe. Como la carta robada de Poe, el tesoro mejor guardado está guardado cerca de casa, en el lugar más obvio, el menos pensado. Allí donde en noches de tormenta se lo puede acariciar y pesar sin dejar de combatir al capital.

Mientras miran de reojo el refugio patagónico, los relatores entran gozosos en la estapa de la escritura automática. Es el monopolio el que demoniza a los pobres evasores en fuga, víctimas de gobiernos atroces. No neguemos la realidad: cuando Juan de Garay fundó esta ciudad de pobres corazones macristas, los nativos mal llamados indios ya ahorraban en dólares. ¿Acaso debían ahorrar en una moneda que llevaba impresa la cara de quien los aniquilaría tres siglos más tarde? Redimamos pues a las dolarizadas víctimas de la usura neoliberal lavando sus pies en CEDIN. Ya lo decía Ezra Pound (poeta denominado en moneda fuerte): “Con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia”. Recibamos en nuestro seno a los pródigos tránsfugas, mientras expoliamos a los pobres trabajadores pesificados, que de ellos es el reino del modelo.

Así, asediado por la realidad, el relato se transfigura en un cadáver exquisito de consignas recombinadas aleatoriamente como una carta abierta. Los apóstoles, antes de salir a evangelizar, repasan los retoques de última hora del guión. Miran al líder que, sin devolverles las miradas, dicta: a partir de hoy, el lenguaje oficial será el sueco, los ciudadanos deberán cambiarse los calzoncillos cada media hora, los niños de menos de 16 años tendrán todos 16 años y toda inflación mayor al 10% será del 10%. Hay algo conmovedor en el gesto perplejo con el que los seguidores interrogan el giro inverosímil, en el instante de duda antes del aplauso y la ovación.

El cadaver exquisito beberá el vino jóven (decía el primer cadáver exquisito).

El relato reversiona su propio relato. Documenta la historia del líder dos veces, primero como farsa, luego como tragedia. Proyecta las dos versiones a pantalla dividida en el prime time del canal Encuentro, mientras los fieles, con lágrimas de éxtasis militante, sueñan ovejas con pecheras azules.

Espejo replegado sobre sí mismo (escribía, automáticamente, Tristan Tzara).

En el matancero Congreso por la Democratización de la Justicia Cristina nos habla de “la primera gran ecuación” que conforman “justicia y seguridad, íntimamente vinculadas con fenómenos contemporáneos como el narcotráfico” y planta así en nuestras impresionables cabezas imágenes de jueces asaltando arma en mano a adolescentes de vuelta del boliche, u ocultando bolsas de dinero narco en oscuros pasillos tribunalicios.

Veo esa balanza perpetuamente enloquecida (André Breton seguramente se refería a alguna otra cosa, como siempre pasa con las vanguardias).

Los dioses han condenado a la Argentina a empujar una roca hasta la cima de la montaña, desde donde volverá a caer por su propio peso. Los dioses han pensado que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Pero la hora del descenso al pie de la montaña es la hora de la conciencia. ¿En qué consiste el castigo si a cada paso nos sostiene la esperanza de conseguir un propósito? Argentina, proletaria de los dioses, conoce la magnitud de su condición miserable: en ella piensa durante el descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. El esfuerzo mismo para llegar a la cima basta para llenar su corazón. Hay que imaginarse una Argentina dichosa.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Tasas Chinas 2.12: Lavemos en CEDIN los pies del pródigo evasor

Les dejo el audio de los tres bloques del programa del martes 14 acáacá y acá. Leemos a Federico Peralta Ramos y a Edgardo Cozarinski, y charlamos sobre el CEDIN, las tasas de interés y Moreno sobre el INDEK. 

Soundtrack: Stereolab, Noir Desir, El Chavez, Michael Danna, Jovanotti, Delgados, Chromatics.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Tasas Chinas 2.11: Mitos argentinos

Audio del programa del 6 de mayo, en tres bloques, acá, acá y acá.

Y Milagros nos lee su Poema de amor a Juan Román Riquelme, enlazado con el poema de los magos de Jorge de la Vega en versión de Federico Peralta Ramos.

Luego charlamos con Marcelo Larraquy sobre la violencia en los 70 y del libro (Los 70) que acaba de publicar sobre el tema.

Y sobre el final Olivera nos desazna sobre el fin del capitalismo. Soundtrack completo, acá

domingo, 5 de mayo de 2013

La nostalgia es el final de todo (Tasas Chinas en Perfil)

(Publicada el 5 de mayo de 2013 en Diario Perfil)

“Bennie recordaba a su mentor, Lou Kline, diciéndole en los 90 que el rock había llegado a su epígono con el Monterrey Pop. Estaban en la casa de Lou en LA, con sus cascadas y las muchachas hermosas que Lou siempre tenía cerca y su colección de autos al frente, y Bennie lo había mirado y había pensado: Estás acabado; la nostalgia es el final de todo, todo el mundo lo sabe.” En la novela de Jennifer Egan, Bennie se lamenta de su propia nostalgia de cuando producir música era hacer música, era creer en el poder transformador de la música –aunque el poder transformador de la música (o del cine o de la literatura) nunca haya sido tan grande como supusieron sus creadores. Bennie se lamenta de su propia nostalgia condenando la de su mentor. Se lamenta de haber perdido la capacidad de creer en lo que hace.

La política argentina se muere de nostalgia. Se debate en la guerra de las décadas (sesentistas contra noventistas, setentistas contra ochentistas), vela a presidentes muertos envuelta en banderas desteñidas. ¿Qué nombre identificará a las décadas del nuevo milenio? Argentina huyó del incendio de la crisis en un auto ensamblado de urgencia por Duhalde a principios de 2002; Néstor tomó la posta sin pasar por el service pisándolo a fondo e ilusionándose con la velocidad con la que se alejaba del fuego. ¿Qué nombre le pondremos a estos 10 años de tasas chinas y capitalismo de amigos y políticas de hilo y alambre? ¿Kirchnerismo? ¿Duhaldismo tardío, exacerbado, necesitado de un nuevo corazón o de una transfusión de sangre? ¿Panperonismo transgénico?

La política argentina se muere de nostalgia. Busca en el pasado para zafar de un presente en el que, con el motor ahogado, vemos cómo nos pasa el pelotón que creíamos liderar. Mira a boxes, convoca a marcha y festival de apoyo, circula manifiestos e insiste con la #decadaganada, el revival noventista o las saudades ferroviarias.

La nostalgia es el fin de la política. ¿Qué hace falta para un recambio de rostros y de ideas? ¿Es absolutamente necesario discutir qué capitalismo queremos como si todavía estuviéramos cursando Sociedad y Estado en el CBC? Personalmente, me bastaría un capitalismo que creciera y fondeara la redistribución de ingreso y de la riqueza sin que se la llevaran con pala los amigos. Me bastaría dejar por un rato de historiar las oportunidades perdidas como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, para comenzar a desandarlas con algo más concreto que un decálogo de buenas intenciones.

¿Cómo llamaremos a ésta época, la próxima, la que mañana o en octubre o dentro de treinta meses genere el comienzo de una nueva ilusión? Habrá que ponerle un nombre cuanto antes para salir de la huella en el barro y espantar la nostalgia. Un nombre que no nos congele en el tiempo, que nos obligue a pensar fuera del cajón de incunables y viejas fotografías que nos demora en el desván.

Aristóteles, cuenta Héctor Leis en su “Testamento de los años 70”, postuló el concepto de philia (amor fraterno) como cemento de la comunidad política. Son pocas las comunidades políticas donde la philia está más ausente que en la argentina, dice Leis, la distinción amigo-enemigo atraviesa toda la vida política, y sus actores tienden a enfatizar el lado enemigo. Políticos facciosos, plagados de mutuas asignaturas pendientes, políticos phobicos.

Propongo un programa abierto y voluntario de desconstrucción ideológica anaeróbica: los nostálgicos salen a la calle y arman su club de la pelea y se pelean todos contra todos hasta ajustar cuentas con el pasado y después de sacarse las ganas a los golpes se retiran o se tiran al piso, los cuerpos azules pero livianos, a pensar otra política que sea más que una industria de trabajadores poco calificados capaces de cerrar con cualquiera para no perder el conchavo o una organización de fund raising vendiendo asientos preferenciales a altruistas privados en busca de una terminal para hacer negocios con el estado. Una política que mire a la gente a los ojos y le pida perdón por Cromañón y Ferreyra y Once y La Plata con lágrimas verdaderas.

jueves, 2 de mayo de 2013

Tasas Chinas 2.10: La política se muere de nostalgia

Audio del programa del martes 30. Una hora y media en tres partes: primera, segunda y tercera. Larga y descontracturada charla con Margarita Stolbizer sobre la oposición, la política nostálgica y la vida misma; entremés con Santiago Llach sobre Javier Cercas, rock star literario y columna de Olivera: introducción al blue.

Playlist completa con versiones remixadas y originales, acá.